balates

Los balates constituyen una exposición de la litología local, apreciándose por la coloración, textura y tamaño de las piezas, los cambios de la geología del terreno.
Su técnica constructiva llega a ser muy depurada. Cuando se construyen con oficio, evidencian una división social del trabajo, una especialización que corresponde con sistemas productivos más evolucionados.
Los balates de cañada laminan la red hidrográfica, cambiando una dinámica de incisión por una de depósito.
La relación entre el plano vertical de la terraza (el balate) con el plano horizontal (la parata) traduce la pendiente del terreno. Los balates de terrenos llanos ofrecen amplias superficies de cultivo con un mínimo trabajo balatero. Pero los balates de ladera, o balates del hambre, llegan a tener una proporción 1/1, ofreciendo una exigua superficie de cultivo con un heroico trabajo de mampostería. Estos balates indican el desbordamiento del grupo humano, que llega a agotar la capacidad productiva del medio, y obliga a colonizar laderas de fuerte desarrollo.
Piedras, tiempo y hambre son las materias primas de los balates. Los balates simbolizan la lucha de un grupo humano que tiene que sobrevivir en un espacio ingrato, lo que extrema el ingenio y el trabajo para el cumplimiento de sus objetivos.
El progresivo deterioro de este sistema de uso del terreno está cambiando la dinámica erosiva y sedimentaria de amplias zonas de la provincia, y supone una pérdida acelerada de la información cultural depositada durante siglos en nuestra laderas y campos.
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