Los cabezos del Cabo. Significados del nombre "Cabo de Gata"
Muchas son las cosas fascinantes de Cabo de Gata. Un espacio
geográfico rico en información, singularidades que son objeto de conocimiento
de disciplinas diferentes… Pero todas esas cosas comparecen como paisaje. Las
vistas, las escenas, componente formal de ese paisaje, son sorprendentes,
contrastadas y muy, muy evocadoras. Con mucha frecuencia, esta evocación es
vivida como una invitación a la fabulación, y, en todo caso, como un escenario
potente para que brille nuestro personaje. Encomiable y muy respetable actitud,
que, sin embargo, se me antoja epidérmica y quizá demasiado previsible en los
tiempos que corren.
El “éxito” de Cabo de Gata ha producido una enorme y
discontinua afluencia de gente a la búsqueda de algo (las playas, la vibración
telúrica, la atmósfera alternativa…) Pero, vengan a lo que vengan, y a pesar
de las grandes incomodidades que el desbordamiento vacacional produce, quieran
o no, quedan atrapados por un paisaje apabullante.
Los que hemos contraído un compromiso con el paisaje como un
camino hacia el significado, nos dedicamos a
proporcionar pistas que permitan a otros transitar ese camino. En una
invitación a habitar poéticamente, indagamos acerca de cuáles son esas pistas,
las claves que nos pueden llevar al camino del conocimiento, que se convierte en goce al traspasar los
velos del parecer para irrumpir en el íntimo arcano del significado.
Las diferentes ciencias hacen sus aportaciones, lo que nos
permite descifrar el origen, la evolución, y algunas conexiones entre las
cosas. Todos esos datos contribuyen a perfilar nuestra mirada, y facilitan una
mayor riqueza de la vivencia del paisaje.
Pero son las claves poéticas las que contienen mayor
capacidad de consagrar el vínculo con el sitio a través del significado. Ecos
de las palabras de Carmen de Burgos, de Goytisolo (Juan), de Valente, de Egea…;
la palabra como vehículo de complicidad. La palabra compartida, necesaria para
la iniciación en el sentido.
Las palabras. El nombre. En el principio fue el verbo. El
verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (Juan 1:14). Comprendemos el verbo
porque fue traído hacia nosotros en nuestra forma, lo que nos permitió
compartir el significado.
El nombre de los sitios. El verbo. Pero ¿cómo se hace carne
el verbo de un sitio?
¿Cuál es el significado del término geográfico “Cabo de
Gata”?
Esta pregunta seminal puede ser contestada desde dos ámbitos, que conviene
desplegar. Por una parte, nos plantearemos qué decimos cuando decimos “Cabo de
Gata”, a qué nos referimos. Por otra
parte, interrogaremos al propio nombre acerca de su capacidad significante.
Este es el cometido de la toponimia, una parte de la onomástica: la clarificación
del origen de los nombres, sus claves filológicas, etimológicas, que nos
explican su sentido original.
¿Qué decimos cuando decimos "Cabo de Gata?
Hemos de empezar constatando una
condición problemática del término, por su falta de precisión. Esta falta de
precisión es consecuencia de que este nombre geográfico alude simultáneamente a las siguientes cosas:
-
El accidente geográfico del cabo, simbolizado por el icono del arrecife de las Sirenas, y
enfatizado por el faro. Se sitúa en el extremo suroriental de la península, en el municipio de Níjar.
-
Una sierra,
que contiene una alineación principal entre el cabo y Mesa Roldán y unos
apéndices costeros que se separan de ella (cerros de los Frailes y Los Lobos).
Su práctica totalidad se extiende en el municipio de Níjar. Su extremo nororiental
(Mesa Roldán), en el de Carboneras.
-
Un pueblo,
San Miguel de Cabo de Gata, que, con el paso del tiempo, ha perdido el santo y es conocido por sus habitantes y usuarios como “Cabo
de Gata”. Se sitúa en el municipio de Almería.
-
Unas salinas,
que ocupan el frente litoral del glacis occidental de la sierra de Cabo de
Gata, y que adoptan su nombre. Junto a las salinas, un poblado de las empresas que la han explotado, y que ya
prácticamente se confunde con el asentamiento histórico de la Almadraba de
Monteleva. Todo ello en el término de Almería.
-
Un Parque
Natural, cuya denominación oficial es la de “Cabo de Gata-Níjar”, que en
sus límites administrativos incluye un amplio sector litoral del espacio
sedimentario de la Bahía de Almería, en el municipio de la capital, y otro
sector septentrional en el municipio de Carboneras, incluyendo una parte de
Sierra Cabrera, a cuyo pie se encuentra el famoso hotel del “Algarrobico”, que
en sentido geográfico estricto, no se encuentra en Cabo de Gata. La falta de
correspondencia entre los límites de ese espacio administrativo y su
denominación oficial se vuelve problemática. Así se explica que el consistorio
carbonero reclame la inclusión de su denominación en el nombre del Parque, o
que en el material promocional del municipio de Almería se incluya la expresión
“Almería, capital del Parque Natural de Cabo de Gata”.
-
Una zona
o región, destino turístico del enorme y discontinuo flujo de visitantes al que
nos referíamos al principio, que es protagonista y víctima de esta confusión
terminológica. Es una zona que también acoge a nuevos pobladores estables: en una
gran parte artistas, profesionales, que mantienen vínculos más o menos intensos
con sus ciudades de origen. También emprendedores y trabajadores de un
incipiente negocio turístico, tan singular como el lugar que le sirve de base.
Estos nuevos
habitantes de la zona suelen referirse al sitio donde se asientan como “El
Cabo”. Algunos prefieren llamarla “el Parque”, aunque esta impostura consistente en llamar a un sitio por un
nombre administrativo, es más frecuente entre los usuarios de la ciudad de
Almería. Pero conviene dejar la historia de esta impostura para otra próxima
entrada, ya que se enmarca en los múltiples y complejos procesos de
desbordamiento y enajenación que caracterizan las últimas décadas de la
historia territorial de Níjar.
Y es el momento de entrar en el
segundo ámbito.
El origen etimológico del término “Cabo de Gata”. Disección
toponímica.
Voy a partir aquí de la
hipótesis toponímica que me parece más creíble. La que alude a una construcción
pleonástica del topónimo Cabo de Gata (caput capita), con dos étimos procedentes de la misma
raíz latina “caput”, cuyo nominativo plural sería “capita”. Nos encontraríamos,
entonces, ante un caso parecido al ejemplo famoso del “Puente
de Alcántara” (puente del puente). La principal diferencia entre nuestro caso y
este ejemplo radica en que en el caso fronterizo del Tajo se trata de dos
étimos de procedencia diferente: puente del latín pontis y alcántara del árabe الكانتارا al-qantarah, pero del mismo
significado “puente”.
El primer étimo no ofrece
dificultad alguna. La evolución Caput/capu/capo/cabo
es conocida y está bien descrita.
Es en el segundo étimo donde
encontramos los principales retos de interpretación. Siguiendo la hipótesis
adoptada, si procede del nominativo plural de caput (capita), su
evolución se explica por su paso por el árabe qabta. Torres Balbás, en un artículo de 1957, recoge una noticia de Ibn Idari, acerca de una visita de Al-Hakam II al ribât qabta (353/964). La posterior evolución al castellano daría la voz “gata”. Si creemos esta hipótesis, debemos concluir que el
contenido semántico de su nombre está en el latin “capita”.
Hemos de plantearnos, entonces,
cuál es el significado del cabo “capita”, y qué hechos físicos explicarían el
nombre.
Caput significa cabeza, y de ahí
derivan todos sus significados, todos sus campos semánticos. Capita incorpora el matiz del plural. En consecuencia, deberíamos plantearnos la hipótesis semántica de Cabo de Gata como "Cabo de las Cabezas".
Para “afinar” esta hipótesis, podemos
incorporar dos elementos nuevos. Los rituales de la Virgen de la Cabeza, y la voz “cabezo”, de origen aragonés, pero ampliamente
utilizada en todo el mundo castellanohablante.
Aunque el significado de la
“Cabeza” a la que se refiere la Virgen queda velado por el concreto ritual de
sus romerías y peregrinaciones, hemos de llamar la atención acerca de que todos
estos rituales se centran en la ascensión a un cerro o elevación montañosa. Así
es en Andújar, en Zújar, en Monteagud. La “cabeza” de esta Virgen es una
montaña.
“Cabezo” es un
término geográfico que se refiere, igualmente, a una elevación del terreno.
Está muy implantado en todo el levante peninsular, y en gran parte de la
provincia de Almería. El Cabezo de María, en el término de Antas, es un cerro
de origen volcánico que se eleva en uno de los bordes de la Depresión de Vera.
También es objeto de peregrinación ritual en una romería.
Si nos vamos al Diccionario de
la lengua española, de la RAE, nos encontramos con los siguientes significados
del término “cabezo”:
11.
m. Cerro alto.
22.
m. Cumbre de una montaña
33.
m. Monte pequeño y aislado
44.
m. Mar. Roca de cima redonda que sobresale del
agua o dista poco de la superficie de esta.
Es inevitable, en el caso de
Cabo de Gata, detenerse en la cuarta acepción. Es una acepción de origen
náutico. Se refiere a la percepción del paisaje desde el mar.
Cualquiera que haya navegado cerca de la costa de la Sierra de Cabo de Gata (la
costa de Níjar) apreciará que para situarse hay que interpretar la diferente
cualidad de cada una de sus puntas o cabezos (entrantes montañosos en el mar).
Todos estos cerros tienen una morfología similar, fruto de la erosión marina,
que ha ido tallando una plataforma de abrasión en la zona del rompiente del
oleaje, y produciendo los desplomes correspondientes, de forma que su perfil
asimétrico es muy característico. Formaría una de las “caligrafías” más
singulares de la parte marítima de la sierra de Cabo de Gata.
Esta forma característica es
identificable tanto en grandes elementos del relieve (Cerro Negro, Cerro del
Romero, Cerro del Bergantín, Cerro de los Lobos, Cerro En medio, Cerro del
Castillo, Cerro de Vela Blanca), como en pequeños pero muy icónicos elementos
(Morrón del Genovés, La Isleta, roca de Mónsul).
Aunque el perfil de erosión
litoral con desplome es común a todos los materiales que resultan erosionados,
la geoforma más característica de Cabo de Gata es la que proviene de la erosión
de domos andesíticos, roca volcánica de gran dureza, que forma todos los elementos del
relieve citados arriba.
Encontramos en la
configuración física de estos elementos de la Costa de Níjar
la razón semántica que reforzaría la hipótesis toponímica según la cual Cabo de Gata es el
Cabo de los Cabezos.
Para una próxima entrada, un
análisis de los procesos de desbordamiento y enajenación en el territorio de
Níjar.
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